viernes, 12 de marzo de 2010

ESPAÑA ES DE TODOS.

(cristianismo anarquista)
ESPAÑA ES DE TODOS.



Unos metros mas abajo de donde se hallaba mi abuelo majando esparto, a pesar del encalado blanco de la pared, rezaba una pintada de negra letra, que decía: “Si España es de todos, dadme mi parte”.
Todos los que sabían leer, se paraban y se reían de tal ocurrencia, haciendo sus libres comentarios, casi siempre jocosos, y prosiguiendo su camino.
Para quien la frasecita no tuvo ninguna gracia, fue para la “señá Paca”, que no hacía mucho tiempo había encalado su fachada y, ahora, por culpa del gracioso escritor (hoy le llamaríamos grafitero), tendría que volver a pintarla. Pero, después de contemplar el éxito que estaba obteniendo su pared, decidió dejarla unos días, disfrutando así de un inesperado protagonismo, al charlar con cuantos se paraban para leerla. Hasta los niños trataban de leerla, despacio, uniendo letra a letra y sílaba a sílaba, hasta completarla; aunque después, se quedaban serios, sin reírse, al no entender lo que, con tanto esfuerzo, habían leído.
--¡Mira que bien!. ¡Un listillo!. Como si España se pudiera cortar en cachitos. Dijo un bien trajeado y encorbatado viandante, socarronamente.
A lo que otro, de perneras remendadas que acababa de pararse para leer la pintada, le respondió:
--¡Pues no estaría nada mal que cada uno tuviéramos un trozo que cultivar, para dar de comer a la familia!.
--¡Eso!. Y así no tendríamos que andar ocho kilómetros cada día, para ir a escardar las tierras del señorito, apoyó otro con calzones parecidos.

Mi abuelo, sentado a la puerta de su casa, en la Calle Cruz, llamada entonces del Cuerno, como solía sentarse a diario para majar esparto, en su baja (porque le cortó las patas por la mitad) silla de enea, entre mazazo y mazazo, intercambiaba saludos, comentarios y ocurrencias con los que por allí pasaban, al tiempo que sacaba manojos de esparto del cubo donde los tenía echados en agua, dividiéndolos en manojillos mas “menúos” –como él decía- para poder abarcarlos mejor con una sola mano, ya que con la otra, tomaba la maza de madera, para golpearlo sobre una gruesa y lisa piedra. En fin, lo que se dice “majar esparto”, que en ese menester, era un artista, porque éstos, no debían partirse ni troncharse. Aquellos hilos verde-grises, sólo debían perder su original rigidez y tornarse maleables, para poder hacer con ellos cuerdas, tomizas o pleitas, según fuere el caso, con las que poder fabricar serones, soplillos, esteras, cestas, alpargatas (si la suela era de esparto) o alpargates (si era de goma, recortada su plantilla de alguna rueda de camión), y un sin fin de cosas mas, para las que el esparto servía.
Me pregunto si el general Espartero contó en su genealogía, con gente que manejaran el esparto igual que lo hacía mi abuelo. Digo esto, porque de alguien tuvo que heredar tan industrioso apellido, como los que se refieren a los múltiples oficios que llevan muchos señoritos, hacendados, obispos, nobles y gente que presumen de clase alta y de postín.

Como se juntaron un buen grupo que provocó un montón de comentarios, cruzándose entre sí, interrumpiéndose unos a otros, reanudándose, repitiéndose, etc., dejó la maza en el suelo y, desde su bajísima cátedra de palos y eneas, les soltó, despacito y casi a media voz, la siguiente reflexión:
--Mirad, hijos (puesto que todos eran mas jóvenes que él), por la tierra, siempre ha luchado el hombre, porque hasta los reyes dependen de ella. Puede faltar la ciencia, la tecnología y otros importantes saberes, que el mundo seguirá su curso. Pero si falla la tierra y lo que ella nos da, la humanidad desaparecerá.
Cuantos abandonan el campo y se van a la ciudad o al extranjero en busca de mejores jornales, pueden quedarse en el paro y llegar a comerse sus propios pies como los pulpos. Pero si conservaron su terruño, siempre podrán regresar a él y trabajarlo. Su familia tendrá, al menos, qué comer.
La ocupación u oficio mas antiguo del mundo es el de labrador. Cuando Dios creó el mundo, puso al hombre en el huerto del Edén para que lo labrara. ¿Por qué?. Porque es lo primero, lo básico, que el hombre debe aprender para subsistir. Labrador es antes que cazador, porque incluso los animales dependen también de la tierra y, si todo el mundo viviera sólo de la caza, hace tiempo que se hubieran extinguido todas las especies y, como consecuencia, también la humana.

De aquí que la lucha primera del hombre sea por la tierra. Hasta Dios ha luchado por ella. Según dice el cura, cuando Adán se enemistó con Dios, Dios lo echó fuera del Paraíso, luego echó de la tierra a los malos y perversos habitantes de Canaán para dársela a los hebreos. Después, otros muchos pueblos en nombre de sus respectivos dioses, conquistaban territorios, echando o convirtiendo en vasallos a sus habitantes. Y cuando ya no quedaron territorios por conquistar, se dividían entre sí, luchando unos contra otros, una vez ganando y otra perdiendo, hasta que se agruparon en naciones y, lo mismo que levantaban vallas y cercas entre sus huertas, levantaron también muchas fronteras, que siguieron provocando innumerables guerras, teniendo siempre como causa, la propiedad de la tierra.
--¡Joder, abuelo, pues sí que es antigua la lucha por la tierra!. Replicó un joven lector de la encalada pared, quien escuchó del viejo esta respuesta:
--Antiquísima, hijo, antiquísima. Y todavía sigue, adoptando muchas formas; tales como reformas agrarias, colectivizaciones, reprivatizaciones, particiones de latifundios, agrupaciones de minifundios, etc., para –pasados unos años- volver de nuevo a empezar. Nuestra guerra civil tuvo lugar en Julio del 1936. Justo antes de que las Cortes pasaran a discutir un amplio proyecto de ley de reforma agraria, en el que había trabajado, y mucho, Blas Infante, junto al Estatuto de Andalucía.
--Abuelo -interrumpió el mismo joven de antes- ¿no dijo Jesucristo que los mansos heredarían la tierra?.
--Lo dijo, lo dijo. Pero lo que no dijo es cómo ni cuándo. Y, desde su silla, prosiguió: --Tal vez por eso, algunos como el que escribió la pintada, empiecen a impacientarse y, de momento, se conforman con pedir su parte escribiendo en la pared, pero luego tal vez se agrupen y la pidan en una pancarta, en unos panfletos y, de todas las formas pacíficas o mansas que se pueden pedir las cosas. El problema puede aparecer, cuando a estas peticiones hechas con mansedumbre, nadie responda o, simplemente, le respondan que no. Que no les darán su parte, porque la tierra es de quienes es y de quienes puedan demostrarlo, con los correspondientes títulos de propiedad. El problema será, entonces, cómo conseguir que los mansos, sigan siendo mansos.
Y, dicho esto, recogió la maza del empedrado y continuó majando los manojos de esparto, que era para lo que se había sentado a la puerta de casa. Y, como acabara de majar, empezó una tira de pleita que se haría tan larga, como le permitiera, a sus callosas manos, el tiempo que restaba hasta la hora de almorzar. Los que aun quedaban, deshicieron el corrillo y así se despidieron: --Bueno, abuelo, llegamos tarde al curro. La compaña es grata, pero continuaremos la charla en otra ocasión. Salude de nuestra parte a su mujer, la “señá Carmen”.
Y aceptando un trago de vino de la bota de mi abuelo, se fueron calle abajo, comentando e incluso discutiendo, entre risas y bromas, hasta que desaparecieron, al torcer, encaminados hacia la fuente de Cantarranas.

Nota.- La “señá Paca”,creo que así se llamaba la vecina de mis abuelos, se enfadó muchísimo por la pintada. Bastaba que la mas leve mota de suciedad la manchara, para que ella la blanqueara otra vez, echándole una muñequilla de azulete, para resaltar el blanco de la cal. Ella quiso encalar el mismo día de la pintada. No lo hizo porque mi abuelo la convenció, en privado, para que dejase aquellas letras gordas y negras, unos días mas, con el fin de que mas gente las leyera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario